Inglaterra rinde homenaje a su icónica novelista Jane Austen

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Billete en honor a la escritora Jane Austen, presentado en 2013. AFP

Con paseos en su Hampshire natal, exposiciones e incluso un billete con su retrato, Inglaterra rinde homenaje a la novelista Jane Austen convertida, 200 años después de su muerte, en un ícono que trasciende fronteras.

Cuando falleció, el 18 de julio de 1817 a los 41 años, ya comenzaba a ser reconocida y hoy es uno de las autoras preferidas de los británicos. Se han vendido millones de ejemplares de sus seis novelas y estas historias que disecan la pequeña nobleza de provincia de principios del siglo XIX han inspirado cientos de adaptaciones.

«En el teatro está Shakespeare y en la novela, Jane Austen», proclama la escritora francesa Catherine Rihoit, que prepara una biografía y considera que la inglesa «le llega a lectores de países muy lejanos, a otros culturas».

Virginia Woolf destacó su «genialidad», igual que Vladimir Nabokov. Cada uno tiene su novela favorita, aunque Orgullo y prejuicio es objeto de un culto particular y ha tenido adaptaciones al cine indio (Boda en Bollywood), al género fantástico (la serie Lost in Austen) y al de terror (Orgullo y prejuicio y zombis).

El personaje moderno de Bridget Jones también se inspira de Lizzie Bennet, la heroína austiniana que prefiere casarse por amor y no por interés.

En la mediateca de Winchester (sur de Inglaterra), que organiza una exposición sobre The mysterious Miss Austen (La misteriosa señorita Austen) otra Bridget, una jurista jubilada de 70 años, cuenta como devoró las obras completas de Austen «cinco o seis veces» desde que se las regalaron a los 12 años. «Cada vez le encuentro algo nuevo, dice. Tiene mucha inteligencia e ironía. La lengua es brillante (…) no es solo romanticismo e historias de amor».

Una feminista

La trama de sus libros, entre bailes, chismes en torno a una taza de té y búsqueda de matrimonios convenientes para jóvenes apenas salidas de la adolescencia, condujo a ciertos críticos a comparar a Austen con Barbara Cartland, la reina de la novela rosa británica.

«Es mucho más que eso», asegura Louise West, curadora de la exposición, que intenta aportar una luz nueva a la vida de esta mujer sobre la que finalmente se sabe poco después de que su hermana Casandra destruyese casi toda su correspondencia.

La otra curadora de la muestra, Kathryn Sutherland, profesora de literatura en la universidad de Oxford, destaca que más allá de la visión de una Inglaterra idealizada, con sus hermosas mansiones y su verde campiña, es «una escritora que habla de ética, de responsabilidad social» en una sociedad de clases, con las guerras napoleónicas y la conquista de los mares como telón de fondo.

Austen también ilumina de manera precisa y cruda las relaciones humanas y la condición de  mujeres, cuyo único futuro estaba en el matrimonio.

«Tenía un conocimiento agudo de la situación desesperada de las mujeres, de su dependencia económica de los hombres y eso la frustraba», dice Kathryn Sutherland, que la considera «una feminista».

El matrimonio es una forma de escapar a la pobreza, aunque no para Austen, que permaneció soltera a pesar de una solicitud de casamiento.

Hija de un pastor anglicano, vivió toda la vida en el umbral de la pobreza. «Siempre tenía que calcular, ocultar, fingir estar bien», explica Catherine Rihoit. Y si quiso publicar libros, fue para ganarse la vida.

El manuscrito de «Sentido y sensibilidad» (también traducida al español como «Sensatez y sentimientos» o «Juicio y sensibilidad») fue finalmente aceptado por un editor en 1811 tras varios intentos infructuosos.

«Desgraciadamente, murió cuando el éxito y el dinero comenzaban a llegar», constata Rihoit, autora de una biografía.

La tumba de Jane Austen, en la catedral de  Winchester, o las casas donde vivió en Chawton, más al norte, en Bath, o en la región de Somerset, atraen a miles de admiradores que siguen los pasos de sus personajes o siguen a la caza de indicios sobre la personalidad de la autora.

Sin embargo, incluso su rostro sigue siendo un enigma, destaca Kathryn Sutherland, que por primera vez reunió en un mismo lugar los pocos retratos que se supone la representan. Sin demasiadas certezas y dejando la puerta abierta a la imaginación.

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