Premios Goya 2019

‘Entre dos aguas’ de Isaki Lacuesta continúa con la historia de Isra y Cheíto que comenzó en ‘La leyenda del tiempo’

Isaki Lacuesta centra su última película 'Entre dos aguas' (2018) en la problemática de un joven delincuente, Isra, que tras un tiempo en la cárcel vuelve a su casa teniendo que afrontar la indiferencia de su mujer, la incomprensión de sus tres hijas pequeñas y el apoyo constante de su hermano, Cheíto. La cinta compite en las categorías principales de los Premios Goya 2019 tras proclamarse vencedora en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

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Trailer de 'Entre dos aguas' de Isaki Lacuesta

En ‘La leyenda del tiempo’ (2006), Isaki Lacuesta ya se sumergió en el mundo marginal que rodea a estos dos protagonistas, Isra y Cheíto, que siendo tan solo unos adolescentes tuvieron que afrontar la muerte de su padre como supieron y pudieron. Doce años después, ‘Entre dos aguas’ muestra cómo todos esos deseos y sueños que tenían siendo niños se han visto frustrados por una cruda realidad, la de seguir adelante cómo sea con el único afán de sobrevivir. Esta dura realidad les ha llevado a diferentes situaciones: Cheíto, tiró por el camino correcto e Isra por la delincuencia y la búsqueda de dinero fácil.

Aquellos adolescentes de ‘La leyenda del tiempo’ ahora son adultos: uno es un militar embarcado en navíos que surcan océanos lejanos, el otro acaba de salir de la cárcel y quiere recuperar la confianza de su familia, pero el entorno y la situación laboral no ayudan precisamente a reinventarse. La cámara de Lacuesta, ahora en formato cine y no digital como en su anterior aproximación a estos personajes, regresa pues a escenarios conocidos: ese San Fernando, en Cádiz, donde contrasta lo más bello con lo más duro, condicionando poderosamente el deambular de un Isra aún perdido en sus propias decisiones y un Cheíto que intenta, como también hacen sus amigos, encauzarle para que logre su estabilidad y equilibrio.

Entre dos aguas acerca tanto al espectador a estos dos hermanos que incluso aquél será testigo de un auténtico parto de una de las niñas de Isra: la cámara de Lacuesta se pega a sus pieles bronceadas, a sus espaldas tatuadas y a sus pies heridos, descalzos y manchados de barro. El cineasta ama profundamente a estos hombres que luchan contra los elementos y esa pasión la transmite sin complacencia, retratando un mundo que parece tan real que mucha gente se preguntará si lo que observa en la pantalla es un documental, un fragmento de vida, o una cámara oculta está captando semejante naturalidad.

Pero no es así: un guion escrito por el director junto a su compañera habitual Isa Campo y Fran Araújo ha estructurado este film donde siempre ha estado una puerta abierta para que los actores aporten el gracejo, la espontaneidad y la autenticidad del sur de España.

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