El mexicano Joselito Adame se aprovecha también de las rebajas de San Isidro

Adame-San Isidro
Joselito Adame en una de sus faenas (Foto: Efe).

El mexicano Joselito Adame fue otro de los toreros en aprovechar las ya eternas rebajas que cierto público de Madrid mantiene por San Isidro, al cortar una oreja de muy poco peso a un manso, huidizo y deslucido toro de Alcurrucén, al que solamente robó dos tandas a derechas antes de matarlo de cualquier manera.

Porque la espada cayó muy baja, y provocó derrame al animal, que, como no podía ser de otra manera, cayó fulminado sobre el albero, algo que incomprensiblemente entusiasmó todavía más a una parroquia inmersa en una fiesta que ya se ha convertido en toda una «rave» taurina, y que no tiene pinta de finalizar hasta el próximo 10 de junio.

Y no se dan cuenta de que por el hecho de dar y regalar orejas no se mejora el espectáculo, todo lo contrario, lo adultera de tal manera que lo convierte en algo totalmente irreconocible, más todavía en una plaza donde la exigencia había sido, hasta ahora, santo y seña de una afición a la que cada vez le van comiendo más terreno esos otros espectadores más festivaleros y, por supuesto, menos entendidos.

Los mismos que vibraron de forma totalmente desmedida con la labor de Adame ante un quinto manso, huido y remiso a cualquier afrenta.

El mexicano parecía desesperarse, igual que el personal, que veía que se marchaba a casa sin nada que poder contar, de ahí que, tras dos tandas a derechas, en las que el de luces consiguió medio sujetar al manso, llegara la locura, con gente puesta en pie aplaudiendo como si Adame hubiera cuajado la faena de su vida. Y fueron dos tandas, dos, meritorias por sudadas, pero tampoco nada del otro mundo.

Ya está dicho que la espada se le fue un palmo abajo. Dio igual. Como también el aparatoso y desagradable derrame de sangre del animalito, según se desplomaba patas arriba sobre la arena. Los pañuelos no tardaron en aflorar, vistiendo los tendidos de blanco, y al usía (otra vez el mismo que le negó el triunfo a Fortes ocho día) no le quedó otra que asomar también el suyo.

Algo todavía más preocupante es que Adame paseó la oreja en una eterna y celebradísima vuelta al ruedo, olvidándose posiblemente del toro que se le había ido en su primer turno, el único con posibilidades del envío, aunque solo fuera por el pitón derecho.

El de Aguascaliente no se acopló en ningún momento con él. Demasiado acelerado y deslavazado, sin acabar de someter al animal por abajo, y haciendo un toreo de inercias, a media altura, sin mando y entre incontables enganchones. Pero así y todo, y tras otra estocada defectuosa, hubo algunos que ya en ese momento hasta se atrevieron a pedirle la oreja. Ver para creer.

Curro Díaz anduvo firme y con actitud ante un primero de corrida manso, blando, a la defensiva y sin recorrido alguno, que llegó a lanzarle por los aires cual muñeco de trapo cuando trataba de ensayar la primera tanda por el izquierdo.

Y con el cuarto, toro incómodo por rebrincado y con la cara siempre por encima del palillo, el de Linares, que sufrió también un golpetazo en el brazo izquierdo, esta vez pasó sin pena ni gloria.

Y Juan del Álamo se marchó con una mano delante y otra detrás, al estrellarse con un tercero de lo más desabrido por lo bruto que fue y lo poco que se empleó, y con un sexto también imposible para ni siquiera ensayar algo mínimamente lucido. Y éste fue uno de los grandes triunfadores del año pasado… Bendito premio el suyo.

 

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Alcurrucén, el sexto con el hierro de Lozano Hermanos, de desiguales de hechuras y capas, pero serios por delante y cinqueños los seis.

Curro Díaz, de azul rey y oro: estocada baja (ovación); y media desprendida y descabello (silencio).

Joselito Adame, de salmón y oro: estocada delantera y desprendida (división al saludar tras leve petición); y estocada caída (oreja protestada).

Juan del Álamo, de verde botella y oro: estocada baja y trasera (silencio); y estocada trasera y tres descabellos (silencio tras aviso).

La plaza rozó el lleno (22.179 espectadores, según la empresa) en tarde agradable.

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