Luis Piedrahita: «Me gusta hacer la magia más divertida y el humor más mágico»

Todos los niños sueñan, en algún momento de su vida, con ser magos. Y todos los magos sueñan con recibir un premio de la Academia de las Artes Mágicas de Hollywood. Luis Piedrahita ha cumplido ambos sueños. Este coruñés, de gestos gráciles y cómicos sobre el escenario, tiene a sus espaldas una larga trayectoria como humorista, director de cine, pero sobre todo, como ilusionista.

Conocido por casi todo el mundo por sus apariciones en la pequeña pantalla, Piedrahita se debate entre el humor mágico y la magia cómica. Y todo ello estructurado con la mente de un meticuloso director de cine. Una combinación creativamente explosiva que se ha ganado al público español, e internacional.

A punto de salir de gira por toda España con su espectáculo de humor ‘Las amígdalas de mis amígdalas son mis amígdalas’, con el que se instaló en los cines de Callao el pasado mes de noviembre, Piedrahita despliega su faceta de mago, semanalmente desde hace 11 años, en el conocido programa de Pablo Motos, donde ha sorprendido con su ‘magia de lo cotidiano’ a estrellas de la talla de Will Smith, Jennifer Aniston o Tom Cruise, entre otros muchos astros mediáticos internacionales.

«Nobel de Medicina, Nobel de Economía y Nobel de la Magia»

Pero Luis Piedrahita, probablemente, no sería la estrella que conocemos sin aquellos magos que le precedieron. España, «muy pocos los saben», es referente mundial en cartomagia. Esa magia de cerca realizada con monedas y cartas, en un ambiente cercano, tiene sus mayores exponentes en grandes magos españoles como Arturo de Ascanio o Juan Tamariz, precursores de la larga lista iconos del ilusionismo patrio de la que forma parte Piedrahita.

«Cuando los magos de todo el mundo se reúnen, se preguntan qué estará haciendo, o qué habrá inventado, Dani DaOrtiz» ejemplifica Piedrahita acordándose de sus compañeros de profesión. Si el ilusionista gallego pudiera elegir como maestro a uno solo de los famosos magos que le han inspirado, se decanta por Slydini, un ilusionista italiano de los años 90, no sin antes cavilar entre numerosas opciones.

Esa humildad reconociendo a sus referentes le han llevado, además de al éxito con el público, al reconocimiento internacional. Como en las aventuras de un famoso mago británico, Piedrahita recibió hace unos meses una carta muy especial. Un sello muy vistoso, con un búho y unas letras muy ‘potterianas’, adornaba el sobre. Ni él vivía en la escalera debajo de la alacena ni un rayo adorna su frente pero el contenido de la carta, en un inglés enrevesado, le emocionó a pesar de no entender su contenido. Hasta que un amigo suyo, ducho en inglés «oficial y alambicado», le tradujo la noticia: «¿De verdad no sabes lo que te dice la carta? ¡Pues que te han dado un premio muy importante!»

Los galardones entregados por la Academia de las Artes Mágicas de Hollywood (AMA por sus siglas en inglés) se conocen como los ‘nobel de la magia’, pero tal y como explica el propio Piedrahita «lo llaman Nobel porque lo da una academia, pero no es la academia sueca; no es el Nobel de Medicina, el Nobel de Economía y el Nobel de Magia». Él, que no es Bob Dylan, respondió enseguida aceptando el premio.

La Academia de las Artes Mágicas celebra cada año una gala donde reconoce la labor, en diversas categorías, de magos de todo el mundo. Para recibir el premio ‘Performing Fellowship’ (que traducido al español se podría denominar como beca a la actuación), Piedrahita se desplazó hasta Los Ángeles, donde recogió el galardón en el teatro Orpheum entre los aplausos de todos los presentes. Se trata del evento de magia anual más importante del mundo y la ilusión por recibirlo se le nota a Piedrahita semanas después de haberlo recogido.

«Masquimonio, trestristestículos y madrenalina», los hijos de Piedrahita

Hay algo que llama la atención a cualquiera que haya seguido la trayectoria de Luis Piedrahita: su amor por las palabras y por inventar nuevo vocabulario. Para él, las palabras son «la única herramienta que tenemos para compartir nuestro tesoro más valioso: sentimientos, ideas y pensamientos». Es por esto, que el gallego se afana por crear vocablos cuyo significado cubran una realidad que carecía de un término concreto para referirse a ella.

Tanto es así que en breves, este mismo año según anuncia, publicará un libro, o deberíamos llamarlo diccionario, con un compendio de las palabras inventadas por él. Así, palabras como «masquimonio» o «madrenalina» nacen de esa necesidad de «refinar nuestra mejor herramienta para entender y hacernos entender entre nosotros».