Un proceso que tiene su origen en la corteza cerebral

¿Por qué el alcohol estimula la agresividad?

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El alcohol y las peleas suelen estar estrechamente relacionados

Todos hemos podido ver alguna vez como algún conocido se transforma con el alcohol. Las peleas y enfrentamientos suelen ser habituales en la mayoría de las discotecas y zonas de ocio nocturno del mundo. Siempre existe algún o alguna cafre que ha bebido demasiado y decide enfrentarse con todos y cada uno de los miembros allí presentes mostrando unas dosis de agresividad fuera de lo común. Sin duda, un comportamiento tan inapropiado como habitual del que la ciencia ha conseguido descubrir su motivación, además de la propia inconsciencia humana. Te lo contamos.

El alcohol y la agresividad

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El cerebro y sus respuestas al alcohol

Un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur ha realizado un estudio en el que se relaciona directamente la agresividad con el consumo de alcohol. Para ello, los estudiosos contaron con 50 voluntarios para realizar un experimento que no dejó indiferente a nadie. El procedimiento consistía en instigar a la mitad de los participantes a beber dos vasos de vodka, mientras que la otra mitad degustaba un placebo que se hacía pasar por un cóctel con alcohol. Todo ello mientras monitorizaban su actividad cerebral y sometían a los asistentes a una prueba para comprobar cual era su reacción ante fuertes provocaciones.

Los resultados fueron claros. La mayoría de las respuestas agresivas se produjeron de parte del grupo que bebió vodka, siendo muy escasas en el resto de participantes. Asimismo, después de estudiar la actividad cerebral, los investigadores se dieron cuenta que el cerebro de los voluntarios que bebieron alcohol trabajaba a marchas forzadas en las áreas de la corteza cerebral. Una sección del cerebro estrechamente vinculada con el autocontrol y que, por tanto, generaba ese comportamiento inadecuado. Está claro, la ingesta de alcohol, por mínima que sea afecta al sistema volviéndolo más dispuesto a entrar en provocaciones y desencadenar numerosos procesos de agresividad. Eso sí, los rangos de este pésimo hábito pueden variar según las cantidades y la disposición del cuerpo a tolerar el alcohol.

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