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Exposición en Palma: un remanso de belleza a manos de Bernd Koberling

Tres hermosas piezas componen esta muestra de extraordinaria composición y equilibrio

El artista alemán ha evolucionado desde el expresionismo inicial hasta esta manifestación abstracta de belleza pura

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Imagen parcial de una de las obras que expone Bernd Koberling en Palma.

El artista alemán Bernd Koberling (Berlín, Alemania, 1938) inició su
andadura dentro del movimiento renovador de la pintura y de la escultura
de la Alemania de los ochenta del pasado siglo conocido como Los Nuevos Salvajes, un movimiento enraizado en el neoexpresionismo con base conceptual en la búsqueda de los valores y símbolos primarios, e incluso la recuperación, a su manera desde luego, del figurativismo dentro de una idea de enfatización de los valores nacionales y de identidad cultural del país —que ya había iniciado su total restauración tras el colapso vivido tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Koberling ha compaginado su trabajo como artista con la impartición de clases en las universidades de Hamburgo, Düsseldorf y Berlín. En ésta última, en la Universidad de las Artes de Berlín, ha ocupado una cátedra desde 1988. Y desde 2012 también es miembro de la Academia de las Artes de Berlín.

La obra de Bernd Koberling ha ido evolucionando hacia un abstracto de colores perfectamente estructurados y con la composición de un equilibrio interno exquisito, magistral. Piezas de gran sutileza, de insólita belleza, rompen ahora el aire cargado de esa negrura con la que el más habitual arte contemporáneo ha querido hipotecar la mirada del nuevo siglo, este siglo que en cuestiones plásticas se intenta levantar tras el postmodernismo.

El debate entre el feísmo, el tremendismo, la negrura en la selección del código con el que se selecciona y envía el mensaje, y la búsqueda, casi imposible tras tantos siglos de intentos similares, de nuevas fuentes de belleza, sigue abierto entre los interesados en el arte contemporáneo. De
hecho, aquí mismo se ha ido denunciando repetidamente que muchos nuevos coleccionistas, sobre todo los que provienen del mundo asiático como consecuencia de su floreciente economía, se han ido posicionando       en la segunda derivada, sólo que pecando, en mi opinión, de un cierto derrape hacia el infantilismo.

Me refiero al gusto por los llamados toys, por el nuevo naïf, por buena parte del Street art de pobre figurativismo, etcétera. La obra actual de Bernd Koberling se ubica en la tesitura de ese reto por alcanzar nuevas orillas en el territorio de la belleza, y las tres piezas maravillosas que componen la pequeña pero importante muestra que puede verse en la galería Kewenig de Palma, en su parte de oficina (no en el oratorio, donde se exhibe la última exposición de KImsooja, de la que ya hablaré otro día pues permanecerá abierta al público hasta el 3 de septiembre), son pruebas eficientes de ello.

A cuál más sutil, hermosa, misteriosa, resultan de un poder evocador exultante. Uno se queda sin palabras, tan sólo sintiendo la emoción ante ellas. Esta exquisita pequeña muestra permanecerá abierta al público hasta  el 8 de junio, así que quien quiera disfrutar de su contemplación tiene que darse prisa. Vale la pena.

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