Salvemos a nuestros hijos de la aberrante educación sexual podemita

Salvemos a nuestros hijos de la aberrante educación sexual podemita

Lo que faltaba: Podemos quiere incluir como asignatura obligatoria la educación sexual, pero, obviamente, la que ellos defienden: una educación que rompa con el modelo «biologicista» imperante en los centros escolares por ser esta una corriente basada en la concepción del sexo biológico hombre-mujer. Es decir, que lo que pretende la formación morada es que la educación afectivo-sexual debe tener como objetivo «formar a las personas a obtener la información, las herramientas, el sentido crítico y la motivación necesarias para tomar decisiones saludables, autónomas y responsables sobre el sexo y la sexualidad; además de incorporar elementos de respeto a la diversidad sexual en una sociedad democrática como es la española».

La nueva Ley de Educación -la polémica Ley Celaá- ya incluye la educación afectivo-sexual en el currículum, pero Podemos quiere aprovechar para enarbolar esa bandera en el debate que mantiene con su socio de Ejecutivo por la conocida como Ley Trans, del Ministerio de Igualdad. Es decir, el «respeto a la diversidad sexual» al que se refiere Podemos pasa por la libre determinación de género, algo que ha puesto en pie a numerosas organizaciones feministas al considerar que el proyecto del Ministerio de Igualdad se vuelve contra las propias mujeres. El borrador del Departamento de Irene Montero permite el cambio de sexo en el registro sin necesidad de informe ni tratamiento médico a partir de los 16 años. Basta con la libre declaración de la persona interesada y el Sistema Nacional de Salud ofrecerá tratamiento hormonal, terapia de voz, cirugías genitales, mamoplastias, mastectomías y material protésico y las personas trans con capacidad de gestar podrán optar a las técnicas de reproducción asistida.

Eso es el modelo que Podemos quiere llevar a los colegios; eso es lo que que pretende convertir en asignatura obligatoria. Esta gente lo que busca es imponernos por la fuerza su visión reaccionaria de la sexualidad, un  disparate que quieren meter en vena a los menores,  convirtiendo a los padres en meros convidados de piedra.

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