Rajoy tenía listo el decreto de elecciones pero el PSOE se le adelantó por una filtración

Rajoy tenía listo el decreto de elecciones pero el PSOE se le adelantó por una filtración
Mariano Rajoy, presidente del PP y del Gobierno. (Foto: Moncloa)
Carlos Cuesta

Mariano Rajoy llegó a tener en la mesa de su despacho presidencial el decreto de convocatoria de elecciones. Era el jueves 24 por la tarde. El entonces todavía presidente valoró disolver las cámaras y convocar elecciones anticipadas. Aún había tiempo porque el PSOE seguía debatiendo desde primeras horas de la mañana si presentaba o no su moción de censura. Pero una filtración alertó al PSOE. La moción se presentó a las 10 de la mañana del día siguiente, el viernes, a toda velocidad y sin cumplir los trámites anunciados por los socialistas para que el partido opinase sobre la moción. El resto del relato forma ya parte de la historia.

Así fue uno de los días que nunca olvidarán ni Mariano Rajoy ni su círculo más cercano, entre los que se encontraba la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. La sentencia del caso Gürtel se acababa de publicar esa misma mañana del jueves 24 de mayo.

Podemos fue la primera formación política que movía pieza. Hacia las 12:30 de la mañana la formación morada comunicaba su posición oficial: Pablo Iglesias arremetía contra el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y calificaba de «desvergüenza absoluta» que siguiese evaluando su apoyo al Gobierno, y, acto seguido, pedía al PSOE una moción de censura urgente.

“Gürtel es una prueba de que hay un partido delincuente a los mandos del Gobierno, lo que no se puede permitir ninguna democracia”, afirmaba Iglesias: El líder morado pedía a continuación a Sánchez que lanzase ya la moción porque “él conoce perfectamente la absoluta disponibilidad de Podemos para apoyar esa moción de censura, que le corresponde presentar a los socialista porque tienen el mayor número de diputados en la oposición”.

Pero el PSOE no lo tenía claro. Tan sólo un día antes se había escenificado el respaldo del PNV al Gobierno permitiendo la aprobación en el Pleno del Congreso de los Presupuestos Generales del Estado. Y tan sólo unas semanas antes Rajoy había alardeado de la buena sintonía entre el PP y el PNV. Y Sánchez tenía miedo de lanzarse a la piscina para comprobar que no había agua, algo que hubiese dado oxígeno a un Podemos enredado en el escándalo del casoplón de Pablo Iglesias e Irene Montero.

La mañana pasaba y el PSOE no se decidía. Y la tarde abría las puertas al debate en La Moncloa. Donde se planteaba abiertamente la convocatoria de urgencia de unas elecciones con el fin de evitar lo que luego nunca se evitó: que el Gobierno acabase en manos socialistas con apoyo de los podemitas y los separatistas.

A esas alturas, los contactos extraoficiales con el PNV habían alertado ya de que sería conveniente un gesto del PP en caso de surgir la moción, pero que la opción mayoritaria frente a ese iniciativa era claramente el “no” al intento de echar del Gobierno a Rajoy. La postura de los nacionalistas vascos tranquilizaba a Rajoy. Aunque sólo en parte.

Rajoy no se fiaba

El presidente del Gobierno no se fiaba del todo y prefirió tener todas las posibilidades encima de la mesa: entre ellas, el decreto de disolución de cámaras y convocatoria de elecciones anticipadas.

El día siguiente era viernes, un día tradicionalmente con poca actividad parlamentaria. La noche llegaba y sólo un periódico anunciaba que el PSOE presentaría la moción de censura: OKDIARIO. Las instituciones cerraban sus puertas y Rajoy dejaba la reflexión para el día siguiente.

El debate no estaba cerrado, pero el viernes es el día del Consejo de Ministros, el sitio natural para debatir un decreto. Y el Gobierno en pleno podría debatir allí el adelanto electoral.

Una fuente muy cercana y conocedora de todo lo ocurrido la tarde del jueves 24 en Moncloa afirma que “una filtración alertó al PSOE”. Que esa misma tarde noche, los socialistas conocieron la existencia del plan para poder adelantar elecciones y ordenaron de urgencia preparar la moción de censura. Y que por la mañana, “todo el panorama había cambiado”.
A las 10 de la mañana del viernes los socialistas, antes de celebrar la reunión que habían convocado en Ferraz para debatirlo, presentaban la moción. Las prisas tenían una explicación: evitar el adelanto electoral del PP.

De hecho, la moción se presentaba antes de que la Ejecutiva del partido avalase la propuesta de moción: porque los dirigentes socialistas estaban convocados a las 11 horas para debatir esta decisión en el plenario de la Comisión Ejecutiva Federal. Es más, los socialistas habían anunciado incluso un segundo trámite para el lunes siguiente: la celebración de un Comité Federal el lunes por la tarde para avalar la moción. Pero todo se aceleró.

Y fue así porque esa filtración desde Moncloa había encendido una mecha. Una mecha que cogía desprevenidos a quienes debían haber llevado la iniciativa: el equipo de Gobierno del presidente Rajoy.

La mañana del viernes Moncloa reclamó el dictamen de juristas expertos en la tramitación parlamentaria. El debate se centraba en si la presentación de la moción cortaba la posibilidad de convocar elecciones o si la fecha a tener en cuenta era la de la calificación de esa moción por la Mesa del Congreso de los Diputados.

Pero si las dudas reinaron la tarde previa, aún más esa mañana. Porque disolver tras estar registrada la moción de los socialistas “hubiese llevado a una polémica que sólo hubiese lastrado las posibilidades de triunfo del PP en unas elecciones y hubiese generado un debate totalmente nocivo para la imagen de la democracia española”, señala la misma fuente.

El resto de este relato forma ya parte de la historia política española. El martes era la mesa la que calificaba la moción de censura. Esa misma noche el PNV pedía a Rajoy que dimitiera para votar “no” a la moción. Rajoy no aceptaba el precio y confiaba en que PNV mantuviese su sobreestimado apoyo inicial. El jueves por la tarde Aitor Esteban (PNV) comunicaba su voto afirmativo a la moción. Rajoy se refugiaba en un restaurante madrileño a ver pasar las últimas horas de su mandato sin reacción. Y el viernes Pedro Sánchez lograba los apoyos necesarios para ser el presidente de España.

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