Atlético - Rayo: Jornada 2 de la Liga Santander

Griezmann fulmina al Rayo (1-0)

El solitario gol de Griezmann le dio la victoria al Atlético de Madrid frente al Rayo Vallecano

Atlético - Eibar
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Se estrenaba el Metropolitano en la segunda temporada de su historia y lo hizo celebrando una victoria del Atlético de Madrid. Por la mínima, como la primera vez que jugó en el nuevo estadio. El solitario gol de Griezmann le valió a los rojiblancos para llevarse los tres puntos frente al Rayo Vallecano.

Se estrenaba en casa esta Liga el Atlético de Madrid sin muchas variaciones en el once del Cholo Simeone, aunque con alguna significativa. Volvía Lucas Hernández por Filipe Luis, acompañado en defensa por Juanfran, Savic y Godín. En la medular destacaba la ausencia de Koke, que dejaba su puesto libre en un centro del campo formado por Saúl, Rodri, Lemar y Correa, que partían por detrás de Diego Costa y Antoine Griezmann. Huelga decir que Jan Oblak ocupaba el arco rojiblanco.

Los futbolistas del Atlético salieron como si no hubieran dormido la siesta, y eso que hubo celebración con el ofrecimiento del Mundial por parte de los tres campeones del mundo. Era el inicio de la fiesta, como si fuera el botellón. El Rayo tuvo 10 minutos en los que si hubiera marcado hubiese sido totalmente merecido. Pero eso no hizo más que despertar a la bestia colchonera que se hizo con el control del balón, aunque sin rondar con serio peligro la portería defendida por Alberto.

Pese a espabilar, tampoco se podía disfrutar de la mejor versión del Atlético. La fiesta, que era el partido, tampoco estaba siendo para tanto. Y como en cada marcha, siempre hay alguien que hace la ya mítica bomba de humo. Tuvo que retirase del partido Juanfran, con unas molestias en su pierna izquierda, y le sustituía Thomas Partey, que la pronunciación de su apellido le venía ni que pintada a la noche.

Sin tiros no hay goles

Al borde del descanso apareció el aguafiestas de la noche. El VAR. Diego Costa reclamaba un penalti por mano de un defensor del Rayo, pero desde la sala de videoarbitraje le comunicaron al colegiado que no lo era. Con toda la razón, no había habido pena máxima. Pitido final para marcar el descanso y poco, o casi nada, se había visto en un Metropolitano que nunca bosteza, que siempre anima a los suyos y que el empuje no había sido suficiente para romper el 0-0 antes del intermedio.

La segunda parte fue una historia totalmente diferente. Desde el primer minuto, el Atlético se lanzó a por el gol que le diera los tres primeros puntos de la temporada, pero costaba sin tirar a puerta. Mucho balón por Rodri, que ha entrado más fuerte en el cuadro rojiblanco que Eminem en las listas de éxitos con su Love Yourself. Marcó Griezmann, pero en fuera de juego. Ni hubo que recurrir al VAR.

Griezmann se reconcilia con el Metropolitano

El único que disparaba a puerta era el Rayo, aunque fuera desde lejos. Eso ni lo hacían los pupilos del Cholo Simeone, que no encontraban el hueco para intentarlo. Balón en zona de tres cuartos, los vallecanos bien replegados e imposible hacerle daño a un equipo que hace una semana encajó cuatro tantos del Sevilla.

Faltaba media hora, y se atisbaba un horizonte gris. Pero llegó el de siempre para ponerle claridad al asunto. Para darle un toque de color a la fiesta. Córner a favor del Atlético que remata Savic y encuentra a Griezmann con la caña para meter el pie y hacer el primer tanto del partido. Vibraba el Metropolitano, que ya tenía lo que quería.

Unos minutos más tarde el Cholo Simeone decidía sacar del campo a un Antoine Griezmann que continúa con su puesta a punto. El Principito se iba con un gol y con una espectacular ovación por parte de su afición, que volvía a reencontrarse con él en partido oficial después de que tomara La Decisión de quedarse en el Atlético.

Su hueco lo ocupó una de las caras nuevas. Gelson Martins, que entró para ver cómo el Rayo buscaba con más osadía que hasta el momento el gol. Lo rozaron Advíncula, Embarba, Pozo, y hasta Savic en su propia portería, pero el cartel luminoso no se movería. También porque Oblak hacía su habitual parada salvadora con la que levanta a cualquier aficionado de su asiento. Acababa la fiesta con victoria y tres puntos, y qué mejor que celebrarla con un after con la Supercopa de Europa de por medio.

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