Claves para entender el Concierto de Año Nuevo de Viena

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Mariss Jansons durante el Concierto de Año Nuevo de 2012. (Foto: AFP)

El Concierto de Año Nuevo cumple 75 ediciones. El letón Mariss Jansons se pone al frente de la Filarmónica de Viena por tercera vez (ya lo hizo en 2006 y 2012) para dar comienzo a 2016 con repertorio de la dinastía nacida con Johann Strauss y sus contemporáneos. El programa, que cuenta con los tradicionales valses y polcas y que culminará a buen seguro ‘El Danubio azul’ y la ‘Marcha Radetzky’, estrena ocho piezas, entre las que se encuentra ‘España’, de Émile Waldteufel, con un sonido que resultará familiar a quienes a partir de las 11:15 sintonicen La 1 de Televisión Española (TVE).

El evento se transmite en más de 90 países y tiene una audiencia de 50 millones de espectadores. Tiene lugar en la Sala Dorada de la Musikverein, con capacidad para unas 1.700 personas que se saben privilegiadas por la alta cantidad de solicitudes que se reciben para poder estar allí. Para asistir al próximo hay que pedir entradas (un máximo de dos) entre el 2 de enero y el 29 de febrero y posteriormente confiar en un sorteo en el que el elevado número de participantes hace muy escasas las opciones de éxito. En caso de lograrlo, los precios oscilan entre los 35 y los 1.090 euros.

«Yo sólo tengo una y estaré todo el rato de pie», bromeó Daniel Barenboim en la presentación del celebrado en 2014. El director cree que el mejor de los habidos hasta la fecha es el de 1987, conducido por Herbert von Karajan. Fue a partir de entonces cuando la orquesta decidió otorgar cada Navidad la batuta a un maestro distinto. Al austriaco le siguieron Claudio Abbado, Carlos Kleiber o Franz Welser-Möst. El primero fue Clemen Krauss, el día de San Silvestre de 1939. En efecto, los orígenes del concierto se remontan al nazismo, régimen del que fue de la mano y por el que artistas judíos fueron expulsados.

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Concierto de Año Nuevo de 2014, dirigido por Daniel Barenboim. (Foto: Dieter Nagl/AFP)

El reproche más extendido hacia la Filarmónica, la más popular y también una de las mejores, si no la mejor, es su histórico menosprecio a las mujeres y a otras razas. Hasta 1997, fue el caso de la arpista Anna Lelkes, no hubo una integrante de pleno derecho y hasta 2001, el del violinista Wilfried Hedenborg, con rasgos asiáticos, no ingresó nadie con otra procedencia y aspecto que no fueran los centroeuropeos. El cambio llegó tarde y los tiempos de la institución siguen sin casar con los que hay fuera de sus paredes. Dentro, no obstante, reside un virtuosismo reconocido a escala mundial.

Un granadino, Pablo Heras-Casado, dirigirá a sus músicos el 30 de enero en la Semana Mozart de Salzburgo. Nunca un español lo había conseguido y él lo ha hecho con 38 años. Hasta entonces el calendario pasa por el 1, por la lección del experimentado Jansons (Riga, 1943), por la alegría y la nostalgia que inspiran composiciones rotundas del XIX ejecutadas con brío y una precisión que no carece de alma. De otra forma no habrían sido posibles tres cuartos de siglo con un interés insaciable y hasta creciente por lo que ocurre en un bellísimo auditorio de Viena cada vez que despierta un nuevo año.

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